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Soy una sesentona con alma de colegiala.

2010/04/20

El cadáver enigmático

Hola, soy Mensa o Carmen

A su llegada a esa lujosa mansión ubicada en una de las urbanizaciones más elitistas de la capital grancanaria, el Inspector Saavedra, junto al Subinspector Santana, fiel compañero y leal amigo donde los haya, con el cual había tal complicidad que sólo bastaban una mirada o un gesto para entenderse, no podía imaginarse que se iba a encontrar con uno de los casos más interesantes que había investigado a lo largo de su dilatada carrera.

Cuando llegó a la dirección donde habían sido requeridos los servicios a través del 112, el silencio en el vecindario era casi sepulcral, tal vez por la hora en que se produjo la llamada, y el día de la semana, viernes, cuando casi todo el mundo aprovecha para cenar fuera o ir al cine, o, en el mejor de los casos, pasarse el fin de semana en el Sur.

No hizo falta tocar en la puerta de aquel lujoso piso, pues ya le estaba esperando una señora de unos cuarenta años, aproximadamente, la cual se presentó como Susana, de aspecto varonil, amén de sus ademanes. Ella les hizo pasar al salón principal de la casa, en donde se encontraban Laura, a la sazón, esposa del fallecido; Fernando, de una edad similar a la del interfecto y del cual se enterarían algo más tarde, que era su amante, y Juan, el padre de Laura, un hombre de unos sesenta y cinco años aproximadamente, calvo y de aspecto campechano.

El Inspector se dirigió al cuerpo inerte de Miguel que yacía en el sofá grande del salón, que se encontraba boca arriba, con aspecto cianótico y una mirada auténticamente terrorífica. Se notaba que había habido signos de lucha, pues ropa estaba muy deformada.

A medida que iba transcurriendo el tiempo, hablaba con las diferentes personas que se encontraban en la estancia, mientras su compañero Santana no dejaba de fisgonear por todo el salón y aledaños en busca del alguna pesquisa que resultara sospechosa…Cuando éste se acercó al cuarto de baño, totalmente impoluto y muy lujoso por cierto, comprobó que había un cojín que hacía juego con el tapizado de la sala y que momentos antes había echado de menos en uno de los sofás. En el momento de oler el mismo, o mejor, antes, se percató del característico olor a vómito que había en el baño, y cuando lo tuvo entre sus manos, previos puestos los guantes, se dio cuenta que estaba mojado por varias partes del mismo, al mismo tiempo que muy deformado. No había restos, lo cual le resultó muy sospechoso…

Cuando el Inspector Saavedra hizo la pregunta de quien había realizado la llamada, se apresuró a contestar Susana que había sido ella, y añadió que desde el móvil de Laura. Saavedra les ordenó que dejaran todos los móviles sobre la mesa que ellos, y prestos obedecieron todos a su orden. Estuvo mirando las últimas llamadas realizadas y comprobó que desde el teléfono de Laura no se había efectuado ninguna llamada, a lo cual se apresuró a contestar Susana, que con los nervios la había borrado…pobre, como si eso no pudiera comprobarse, pensó Saavedra…

El padre de laura, de aspecto campechano, su cara toda roja como un tomate, con síntomas evidentes de nerviosismo y tomando el agua que le obligaba a beber su hija de una manera desmesurada. Fernando dueño de un bar de copas, ¡Como si hubieran bares que no fueran de copas o cervezas, en última instancia!, no dejaba no paraba de mirar su reloj mientras fumaba un cigarrillo tras otro, y daba frecuentes paseos hacia la terraza, todo ello haciendo caso omiso de las recomendaciones de Susana, enfermera de profesión y conocedora de los perjuicios que puede ocasionar este vicio o costumbre…

Laura, muy guapa, y que nadie diría que era hija de su padre, pues en nada se le parecía, siempre acudía con éste a la consulta de Susana, y esta última empezó a encapricharse de ella pues hacía poco tiempo atrás había perdido a su única pareja en trágicas circunstancias y siempre pensaba que la vida sigue y que el amor tiene y debe estar presente para que la vida de la persona sea más estable y Laura, tan necesitada de cariño como estaba, había descubierto un amor diferente, algo inimaginable para ella hasta entonces pero que ahora mismo la estaba compensando de tantas humillaciones y vejaciones como las que había recibido de su marido.

El Inspector Saavedra llamó a su compañero Santana y le dijo que ya habían suficientes indicios como para arrestar al asesino y que esperarían por el Juez para el levantamiento del cadáver; previamente le había dicho a las cuatro personas que se encontraban en la casa que no podrían salir de allí bajo ningún concepto.

Segunda parte:

El inspector Saavedra, llegó a la conclusión que este crimen había sido un complot urdido entre todos los presentes, pues todos y cada uno de ellos tenía un motivo para que Miguel se fuera de este mundo a criar malvas.

Susana, bebía los vientos por Laura; ésta había sido maltratada de manera sistemática por Miguel; su padre no podía perdonarse que casi obligó a su única y queridísima hija a que se casara con Miguel, y su amante, Fernando, nunca podría perdonarle a éste que iba a abandonarle por el que había sido su mejor amigo.

Eligieron el mejor día, Laura organizaría una cena sorpresa para agasajar a Fernando ,el cual se encargaría de administrar de una manera discreta en la bebida de Miguel a la cual acudiría también Juan, el padre de Laura, que a la postre, era criador de caballos y que fue el que terminó con la agonía de Miguel al tardar tanto en fallecer y al cual siempre quiso como a ese hijo que nunca tuvo, pues con toda seguridad, su amante , Fernando no le suministró la cantidad de veneno en la suficiente cantidad como para que no tardara tanto en hacerle el efecto deseado por todos los presentes , pero como siempre, no sólo en este crimen, algo salió mal, pero eso… eso es ya otra historia…

Mensa Santana

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